La comprensión de la dimensión socio-afectiva hace
evidente la importancia que tiene la socialización y la afectividad en el
desarrollo armónico e integral en los primeros años de vida incluyendo el
periodo de tres a cinco años.
El desarrollo socio-afectivo en
el niño juega un papel fundamental en el afianzamiento de su personalidad,
autoimagen, autoconcepto y autonomía, esenciales para la consolidación de su
subjetividad, como también en las relaciones que establece con los padres,
hermanos, docentes, niños y adultos cercanos a él, de esta forma va logrando
crear su manera personal de vivir, sentir y expresar emociones y sentimientos
frente a los objetos, animales y personas del mundo, la manera de actuar,
disentir y juzgar sus propias actuaciones y las de los demás, al igual que la
manera de tomar sus propias determinaciones.
La emocionalidad en el niño es
intensa, domina parte de sus acciones, pero es igualmente cambiante: de estados
de retraimiento y tristeza, puede pasar a la alegría y el bullicio, olvidando
rápidamente las causas que provocaron la situación anterior. El control sobre sus
emociones es débil, no pone distancia entre él y sus sentimientos y
difícilmente llega a criticarlos, juzgarlos o corregirlos; es impulsivo y vive
con profundidad sus penas y alegrías, haciendo a veces que sus temores sean
intensos. El niño pone emoción y sentimiento en todo lo que hace, y mucho más
aún cuando la actividad es lúdica, por ello las realiza con entusiasmo o por el
contrario se niega con gran resistencia a realizarlas.
El niño va logrando su desarrollo
afectivo a través de esta emotividad y sus diferentes manifestaciones, de la
misma forma como las otras personas, especialmente los más cercanos y
significativos para él, como docentes, adultos, amigos, las asumen y le ayudan
a vivirlas. Una relación positiva con ellos es estimulante y eficaz, así como
una negativa malogra los esfuerzos de los niños y crea riesgo de desarrollar
cualquier tipo de conductas frustradas o sentimientos de fracaso.
Procurar un adecuado desarrollo socio - afectivo
del niño implica facilitar la expresión de sus emociones, tanto de ira, rabia,
temor, llanto, como también de bienestar, alegría, gozo, amor, entusiasmo,
darle seguridad en sus acciones, facilitando la oportunidad de escoger, decidir
y valorar dentro de una relación de respeto mutuo, de aceptación, de cooperación
voluntaria, de libertad de expresión, de apreciación de sus propios valores y
de solidaridad y participación, hace parte de la formación para la vida, por
cuanto permite a los niños ir creando su propio esquema de convicciones morales
y de formas de relacionarse con los demás.
Mallas Curriculares
Mallas Curriculares
- Primer periodo
- Segundo periodo
- Tercer periodo
- Cuarto periodo
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