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a dimensión comunicativa en
el niño está dirigida a expresar conocimientos e ideas sobre las cosas,
acontecimientos y fenómenos de la realidad; a construir mundos posibles; a
establecer relaciones para satisfacer necesidades, formar vínculos afectivos,
expresar emociones y sentimientos.
En la edad preescolar el
interés por el mundo físico y de los fenómenos se profundiza y no se limita a
las propiedades sensoriales de los objetos, sino a cualidades más esenciales
que no logra a través de los sentidos; para descubrirlas, comprenderlas y
asimilarlas, necesita de un interlocutor, quien aparece ante el niño como
dinamizador de sus discusiones y confrontaciones, esta posibilidad de
comunicación se la brindan sus pares, familias y docentes encontrando solución
a tareas complejas.
Para el niño de preescolar,
el uso cotidiano del idioma, su lengua materna en primera instancia, y de las
diferentes formas de expresión y comunicación, le permiten centrar su atención
en el contenido de lo que desea expresar a partir del conocimiento que tiene o
va elaborando de un acontecimiento, constituyéndose el lenguaje en la forma de
expresión de su pensamiento. Por tanto, las oportunidades que facilitan y
estimulan el uso apropiado de un sistema simbólico de forma comprensiva y
expresiva potencian el proceso de pensamiento.
Toda forma de
comunicación que establece el niño se levanta sobre las anteriores, las
transforma en cierta medida, pero de ninguna manera las suprime, a mayor edad
del niño, con mayor flexibilidad utiliza todos los medios a su alcance. Entre
más variadas y ricas son sus interacciones con aquellos que lo rodean y con las
producciones de la cultura, más fácilmente transforma sus maneras de
comunicarse, enriquece su lenguaje y expresividad e igualmente diversifica los
medios para hacerlo mediante la apropiación de las nuevas posibilidades que le
proporciona el contexto
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